27.7.08

LimaFotoLibre


5 jóvenes y noveles fotógrafos que no se han dejado abrumar por la (eterna) falta de recursos, se han juntado para formar el colectivo LimaFotoLibre. Ellos son: Ita, José Vidal, BG Lima, Fokus y Carlos Díaz. Lo que los une es la pasión por Lima más la urgencia de retratar y registrar fotográficamente sus andanzas por las entrañas de la inconcebible urbe, y aún a través de todas las capas y estratos que la componen desordenadamente. Ellos se meten con sus camaritas donde yo, por ejemplo, "nica", pues no arriesgaría el robo de mi cámara (que, por cierto, no sería la primera vez). Y nos revelan con sus fotos su Lima íntima. Es lo primero que siento cuando recorro las galerías de cada uno: la intimidad que los relaciona con el paisaje urbano y los seres que lo habitan. Y siento también su gran curiosidad por las infinitas rarezas que se ofrecen a la vuelta de cada esquina, las más insólitas combinaciones, yuxtaposiciones y "sancochados", productos y expresiones de la mezcolanza cultural, es decir, de la Lima Chicha. No contentos con presentar y compartir sus fotos en la red, tienen actividades y proyectos en conjunto, intervienen espacios públicos y exponen y difunden sus imágenes en forma de stickers que van pegando en teléfonos y baños públicos, en micros, cabinas de internet y cuanta superficie se les ofrezca.


También se podrán encontrar en sus páginas consecuencias panorámicas (como la excelente secuencia Migración de Carlos Díaz), pequeños videos (como Caminito y Paseíto de Ita, y otras manipulaciones digitales muy originales.

Véase también el representativo  pase de fotos en You Tube:

Descubrí a LFL a través de su blog PerúFotoLibre hace ya un buen tiempo. Pero es gracias al contacto con José Vidal,  a través de JPG Magazine, que se renueva mi interés por este colectivo, al punto que me animé a contactarlos y mandarles un cuestionario con la idea de dedicarles un post más personal.

La 1. parte del cuestionario se dirige al colectivo, aquí con las respuestas de BG Lima:

Ustedes se presentan como un colectivo de fotógrafos:

–¿Quiénes lo conforman?
Ahorita somos 5 involucrados: Ita, Carloncho, Toni, el Fokus y el Tunchi

–¿Cómo nace Lima Foto Libre?
A finales del 2006 se reunen dos de los integrantes antes mencionados con la idea de hacer un espacio virtual sobre fotografía, para alojar portafolios de gente que recién empezaba en foto, aprovechando también que más o menos era la época del bum de las cámaras digitales. Estos dos integrantes tenían en común el hecho de que hacían "foto urbana" o "foto de calle". Al poco tiempo deciden darle un giro al asunto, llamar cada uno a un nuevo integrante y formar LimaFotoLibre, ya como un colectivo, y realizar su primera exposición, interviniendo las paredes de las "Galerías Brasil" (diciembre 2006). Y así fueron surgiendo más ideas para realizar otras intervenciones, exposiciones en nuevos espacios, proyectos, publicaciones y una página web.

–¿Qué los une aparte de la fotografía?
El entorno donde vivimos y nos desenvolvemos a diario, la ciudad de Lima.

–¿Se adhieren a consignas o cada uno hace lo que quiere?
Si bien hay un tema central en todo esto, al mismo tiempo cada uno tiene su forma de hacer foto. El proceso de cada uno puede variar. No hay restricciones en cuanto a temas, siempre y cuando estén dentro del tema central del proyecto.

–¿Tienen proyectos en conjunto?
Sí, publicar, hacer nuevos estiquers, buscar espacios para exposiciones, todo esto es constante y se trata de que siempre lo sea.

–¿Se consideran un colectivo formado o buscan expandirse?
Buscamos expandirnos, siempre y cuando no se nos vaya de la mano el proyecto, o se convierta en algo totalmente diferente de lo que venimos haciendo. Por ejemplo, convocamos a nuevos miembros, o incursionamos en nuevos espacios, buscando siempre nuevas formas de exponer.


A continuación presento a cada integrante de LimaFotoLibre con una muestra fotográfica y las repuestas al cuestionario que les mandé individualmente y que tuvieron la gentileza de contestarme:

Ita






–¿Cómo te inicias en la fotografía?
Empecé a interesarme más en la fotografía el año pasado, en pleno proceso de preparación a la universidad, cuando leía más cosas relacionadas a mi carrera (geografía y medio ambiente). Descubrí una rama de la geografía que estudia y trabaja en espacios urbanos, en el caos de las ciudades, en sus reconfiguraciones que han cambiado definitivamente el antiguo panorama capitalino… y empecé a hacer fotos por ese nexo que encontré y que además une a dos de mis grandes intereses (arte y tierra).

–¿Qué te impulsa a tomar fotografías?
…depende de la situación, pero siempre tendrá que ver con los contenidos simbólicos que te pueda regalar cada imagen. Por ejemplo, a veces lo que me impulsa a sacar la cámara y tomar una foto, es lo pintoresco que me parece determinada situación… como que la encuentro muy representativa de mi ciudad; otras veces es la necesidad de perpetuar algo, para luego compartirlo con quien no haya podido estar en ese momento y lugar. En general no existe una sola motivación, sobran los motivos.

–¿Cómo se relaciona Lima con tu pasión por la fotografía?
Yo hago básicamente foto urbana porque vivo en Lima. Creo que, más que pasión por la fotografía, es pasión por Lima, por el caos de mi ciudad, por sus contradicciones y porque ningún lugar podrá jamás parecerse a ella: Lima es única, con este paisaje que veo todos los días (combis, cerros con casas, ambulantes, riqueza y pobreza, etc.) y del cual soy parte.

–Al fotografiar Lima, ¿tienes una intención específica o lo haces porque no puedes de otra manera?
Lima es el Perú en chiquito en tanto ha recibido a gente de todas partes del país. El hecho de que en esta ciudad subsistan tantas culturas y, al mismo tiempo, distintos procesos de conversiones culturales, hace que hayan muchos conflictos entre la gente. Hay mucho ninguneo y discriminación por parte de un sector de esta sociedad hacia las clases populares y sus culturas. Pero esto, en vez de representar una traba para ellos, los impulsa a crear sus propios medios, sus propios mercados y circuitos de legitimación que subsisten en un ambiente marginado, generalmente informal, pero de la mano con ese otro sector ya legitimado, autoconsiderado “culto”. Al fotografiar lo popular de mi ciudad y los símbolos que representan esos circuitos “alternativos”, “paralelos”, quiero de alguna manera reivindicarlos (aunque esta sea más bien una acción política que debe lograrse vía instituciones del estado), darlos a conocer y presentarlos con respeto, pero sin que esto signifique verlos con mirada paternalista.

–¿Alguna vez te robaron la cámara?
No.

–¿Hay un momento suscitado por el hecho de que andes con una cámara por las calles de Lima que recuerdes especialmente?
En realidad no. Trato siempre de ser cauta, “caleta” cuando estoy con la cámara. A veces llama la atención de la gente alrededor, porque es un tanto grande, pero me hago la loca y la guardo rápido en mi bolso.

–¿De qué manera te ha influenciado el pertenecer a un colectivo?
He aprendido un montón de la gente de LFL y lo sigo haciendo. El estar en un colectivo te exige aprender nuevas cosas, mejorar, estar “ahí” con la gente, a la par, no quedarte atrás, informarte sobre cosas relacionadas, no sólo a la fotografía, sino a LIMA en general… que es, al fin y al cabo, nuestro gran tema.

Fokus






–¿Cómo te inicias en la fotografía?
Siempre tuve curiosidad e interés por la fotografía. En mi casa tomaban las típicas fotos familiares, ya sea en un cumpleaños o en alguna reunión. Yo le quitaba entonces por un rato la cámara a mi viejita y tomaba fotos a los familiares, a los tíos ya avanzados de tragos, por ejemplo, pero cuando estaban distraídos y sin que se dieran cuenta, y cuando mi viejita las revelaba solía romper esas tomas y, a veces, también las regalaba, o “pal ñoba”.

–¿Qué te impulsa a tomar fotografías?
Esa vaina es relativa, si veo algo chévere y tengo la cámara, disparo nomás y queda la foto… eso puede ser mi impulso.

–¿Cómo se relaciona Lima con tu pasión por la fotografía?
En Lima esta todo pe.

–Al fotografiar Lima, ¿tienes una intención específica o lo haces porque no puedes de otra manera?
Creo que a veces sale esa intención de captar lo que la gente ve a diario, pero no lo mira en realidad.

–¿Alguna vez te robaron la cámara?
Todavía no, felizmente, pero me han ofrecido varios de bajada a buen precio, pasas la voz y te contacto con el chino mongo de las Malvinas, "total garantia".

–¿Hay un momento suscitado por el hecho de que andes con una cámara por las calles de Lima que recuerdes especialmente?
Uff, me han pasado bastantes, uno que recuerdo fue por el Callao, no recuerdo la calle, pero había un poste con un cartel que decía "curandero norteño, experto en unir parejas" y abajo de ese cartel había una pareja que se estaba metiendo una pelea a gritos y con exagerados gestos de su cara y movimientos de sus manos… ¡qué tal fotón!, me dije… pero no tenia la cámara!!!!

–¿De qué manera te ha influenciado el pertenecer a un colectivo?
Bueno, he aprendio bastante con la gente... yo empezaba recién cuando integré LFL, desde entonces he aprendido mucho y sigo aprendiendo y estoy con más ganas de seguir con el medio.

BG Lima






–¿Cómo te inicias en la fotografía?
Cuando era chibolo siempre tenia la idea de que algún día andaría con una cámara en mi bolsillo para tomar foto a todo lo que me llamara la atención en la calle. Nunca lo hice hasta que tuve mi primera cámara digital, y esta si entraba en mi bolsillo.

–¿Qué te impulsa a tomar fotografías?
Motivos pueden ser muchos y a veces ninguno, sin pensarlo. Tiene que ver también con el estado de ánimo. En general mi "proceso creativo" nace de la casualidad y espontaneidad.

–¿Cómo se relaciona Lima con tu pasión por la fotografía?
Lima me resulta ser un campo perfecto para hacer fotos, aquí encuentro de todo. Es paja en imágenes, lo caótico, ruidoso y colorinchi, escenario preciso para crear personajes y situaciones únicas.

–Al fotografiar Lima, ¿tienes una intención específica o lo haces porque no puedes de otra manera?
Fotografío lo que me llama la atención, sea lo que fuere. O si veo algo y se me ocurre que podría ser una serie. A veces también salgo a la calle con una idea fija.

–¿Alguna vez te robaron la cámara?
Ya van dos, una en Surquillo y la otra en Lince. La primera fue una mancha de pirañones, la segunda robo con pistola. Caballero, es el sacrificio a la calle.

–¿Hay un momento suscitado por el hecho de que andes con una cámara por las calles de Lima que recuerdes especialmente?
Recuerdo uno siempre, en la Victoria, una camioneta recontra vieja y oxidada, llevaba cientos de cachibaches y fierros oxidados en la parte de atrás, y encima de todo esto, un tío ya viejo, de la misma apariencia de la camioneta… y en la parte de atrás estaba escrito con letras medio despintadas: "La Pinta Es Lo De Menos". Lo malo que justo ese día no saqué mi cámara, bien piña.

–¿De qué manera te ha influenciado el pertenecer a un colectivo?
Aprender de las fotos de todos, de las conversaciones, de las reuniones y el intercambio de experiencias, todo eso sirve bastante para seguir desarrollándose.

Carlos Díaz






–¿Cómo te inicias en la fotografía?
Sin darme cuenta, de repente vi que tenia una gran cantidad de fotos tamaño jumbo, de las cuales un gran porcentaje fueron tomadas en viajes.
El gran impulso fue un regalo de mi madre. Ella me llevó a Hiraoka y me dijo que escogiera una cámara fotográfica, esto fue cuando tenia 15 años. Escogí una Canon Eos 5000, con lentes intercambiables.

–¿Qué te impulsa a tomar fotografías?
Subjetividades emocionales, demasiado abstractas para explicar y describir. Varían tanto como el contexto en si.

–¿Cómo se relaciona Lima con tu pasión por la fotografía?
Intensamente y con mucha dinámica.

–Al fotografiar Lima, ¿tienes una intención específica o lo haces porque no puedes de otra manera?
No sé si llamarla intención, pero puede ser que dentro de mi proceso hay una necesidad de registrar cosas que aun no tienen registro. Por otro lado, siento que mis fotos tienden a ser un negativo fiel de lo que soy.

–¿Alguna vez te robaron la cámara?
No, felizmente.

–¿Hay un momento suscitado por el hecho de que andes con una cámara por las calles de Lima que recuerdes especialmente?
Un mediodía que regresaba en bus de Cusco a Lima, el bus no podía entrar al centro de Lima (a Montevideo que era su paradero final) y nos dejaron en Grau con Abancay. Y cuando bajé del bus, me acordé de que era la Marcha de los Cuatro Suyos. A pesar de que estaba bastante incómodo con mi mochila, saqué mi cámara y me mandé a registrar lo que estaba sucediendo: unos sujetos estaban rompiendo un cajero automático. Pero cuando iba a tomar la foto, me di cuenta de que ¡no tenia rollo! Así que guardé la cámara y opté por dar un vistazo de 360 ° de lo que pasaba en ese momento a mi alrededor, tantas imágenes que lamentablemente no pude registrar.

–¿De qué manera te ha influenciado el pertenecer a un colectivo?
Aprender de los demás, afianzar mi mirada sobre la cultura popular, bajarle el volumen al el ego artístico, no drogarme tanto, ser más humilde.

José Vidal






–¿Cómo te inicias en la fotografía?
No me acuerdo, pero me gustaba harto ver las fotos de las revistas y periódicos, ya sean pasadazos. Tuve mi primera cámara de rollo en los 90s y, en el 2003 cambié a digital

–¿Qué te impulsa a tomar fotografías?
Son motivos de circunstancia.

–¿Cómo se relaciona Lima con tu pasión por la fotografía?
Como decía Ita, Lima es como el Perú en chiquito, en cuanto a su población de inmigrantes. Es más, yo soy de Tacna, y varios de nosotros tenemos familia de provincia. Y todo eso se refleja en la ciudad, en sus particularidades, en sus costumbres, su arquitectura. Además, en Lima juega el ECHA MUNI.

–¿Alguna vez te robaron la cámara?
Por el puerto del Callao, una vez que fui a  comprar humos y bengalas para la barra. Me metí en una calle que no debí y perdí. Pero también me he recuperado para seguir con esto de la foto. De hecho, es un vicio.

–¿Hay un momento suscitado por el hecho de que andes con una cámara por las calles de Lima que recuerdes especialmente?
Una vez, cuando bajaba de los cerros de La Molina por el lado de atrás, llegando a Villa María del Triunfo, en el sector que llaman “las Chancherías”. En esa época andaban con una poket de rollo y quería tomar fotos de unos grafitis callejeros seriazos que había más abajo, en un barrio. Pero ya se me había acabado el rollo, con todas las fotos que tomé de las rocas y de los cerros y de que sé yo. Cuando regresé a esa zona después de un tiempo, habían borrado los grafitis.

–¿De qué manera te ha influenciado el pertenecer a un colectivo?
De hehcho, aprendes bastante de los demás, y conoces nuevos enfoques, nuevos temas, y también nuevos espacios donde exponer, no solo tus fotos, sino las del colectivo.

20.7.08

La cerámica infinita. Una visita al taller de Carlos Runcie Tanaka


Dios camina entre cacharros”, con esta cita de Santa Teresa de Jesús cierra Gustavo Buntinx su visita guiada a la exposición “Antología Rota” de Carlos Runcie Tanaka. Y viéndolo ahora en su casa, moverse entre los remanentes de sus instalaciones pasadas, esta alusión toma plena vigencia. Carlos Runcie es realmente un dios que camina entre cacharros. Entrar en su casa es entrar en un mundo paralelo, en el que se acumula caóticamente la historia y la memoria del Perú y de la humanidad en forma de objetos cargados de significado. Como dice el propio Runcie en una entrevista:
“De tanta acumulación ya ni siquiera me fijo en los detalles o las piezas individuales. Si siento que, a veces, no participo tanto del ruido de una ciudad como Lima, pienso que es porque he creado ese ruido al interior de esta casa. Aquí hay un ruido muy especial, rumores, historias, presencias físicas de objetos y materiales. Y, sin embargo, todos los objetos están relacionados unos con otros. Tengo una gran avidez por poseer cosas y, sin embargo, después de un momento, las cosas no me significan más que una compañía en la búsqueda. Me pregunto si alguna vez seré capaz de limpiar todo esto y quedarme con un espacio vacío.”






Como hombre, Carlos Runcie es cálido, accesible, comunicativo y sumamente generoso, es decir, siempre dispuesto a compartir y regalar lo que sabe y tiene. Como artista (y uso esta palabra con cautela, pues, a mi parecer, muy pocos se merecen este apelativo) es universal y redondo. Y redondos son muchos de sus objetos y redonda es su cabeza y redondas son las cactáceas que crecen en su jardín.
 



“Repetir y dominar la forma haciendo esferas de arcilla, es como elevar una plegaria sin principio ni final en el tiempo”, escribe en el libro que acompaña su última exposición “Una parábola Zen y Diez Pequeñas Historias”. 
Es decir, hablar de la cerámica de Carlos Runcie Tanaka es hablar en redondo, de todo cuanto gira alrededor de la existencia y aún la no-existencia. Runcie explora las posibilidades y significados de la cerámica que se revelan infinitas y lleva su arte a los límites de lo que es cerámicamente expresable. De modo que cualquiera de sus instalaciones pone al descubierto no solamente fracturas, paradojas, accidentes y reacciones violentas, sino - y esto ya bajo la luz de su ingenio visionario - nuevas fusiones, estéticas, contextos, reciclajes, parábolas e insospechadas lecturas, tanto sobre el proceso mismo de hacer cerámica como sobre todos los procesos existenciales.










Carlos Runcie Tanaka bebe y se nutre de muchas fuentes y su modo de trabajar y actuar es siempre integrador. En él confluyen la cultura peruana, inglesa y japonesa, y sus primeras vocaciones, la filosofía y la música, son palpables en todo cuanto dice y hace. Su cerámica es sonora, sensual, filosófica – una experiencia cuasi erótica y,  a la vez, impregnada de un espíritu cuestionador. Cuenta que, faltándole poco para terminar sus estudios de filosofía en la Católica, supo con toda certeza que eso no era lo suyo. Y cuando fue donde su profesor - nada menos que Alberto Benavides Ganoza - para comunicarle su decisión de dejar la Universidad y dedicarse de lleno a la cerámica, éste le felicitó y le brindó todo su apoyo. Pues, siendo un devoto del trabajo artesanal, sabía que también se piensa con las manos. 

Desde luego, la obra de Runcie sería imposible, impensable e incomprensible si no la viéramos en el contexto de este país que es el Perú con su milenaria tradición de cerámica, y donde, a menudo y sobre todo a lo largo de la desértica franja de la costa, uno literalmente camina sobre fragmentos de cerámica como sobre la gruesa cáscara fragmentada de un gigantesco huevo prehistórico. Una experiencia que se repite en el mundo paralelo de Runcie, empastado con fragmentos y piezas de cerámica.






Otro símbolo recurrente con alusión a la costa peruana, por no decir, el emblema de su obra, es el cangrejo, que aparece en mil variaciones y le sirve como asociación con la migración, el desplazamiento y el viaje sin retorno, a partir de una experiencia en la playa de Cerro Azul que cuenta en una conversación con Jorge Villacorta 
sostenida en 1994:

“Para mí todo empezó un domingo de setiembre del año pasado. Salimos con toda la familia hacia el sur, con la idea de almorzar en Mala. Tomamos un camino equivocado y terminamos en Cerro Azul, y como no conocíamos decidimos quedarnos. En la playa me di con la sorpresa de que había un monumento conmemorando el desembarco de los primeros inmigrantes japoneses en 1899 – el barco Sakura Maru los había traído a Cerro Azul –, lo que inmediatamente cobró un sentido afectivo para mí. Pero a ello vino a sumarse un descubrimiento sorprendente; en torno al monumento había cientos de caparazones de cangrejos, blanqueados, calcinados por el sol. No sólo allí; luego vi que estaban por toda la playa. Casi al instante, en relación a los cangrejos, se amarraron muchas sensaciones y experiencias. Ahora, no es que yo asocie a los cangrejos con los inmigrantes, pero el lugar donde los encontré inicialmente – en la rotonda al pie del monumento en la playa – me produjo una imagen muy aguda de desplazamiento en grandes números. Tal vez una imagen de flujo humano en masa. También una sensación fuerte de transformación del destino, asociado al cambio de condiciones. Del mar los cangrejos habían terminado en la arena, habían sobrevivido un tiempo y después de muertos el sol los había calcinado. “










Para terminar, aunque con esto habré meramente rozado el mundo de este original artista, mencionaré otra experiencia, esta vez traumática, que dejó su huella profunda en él (y en la historia más reciente del Perú) y que fue la toma de la residencia del embajador del Japón por miembros del grupo terrorista MRTA en diciembre de 1996, que mantuvieron secuestrado a 125 invitados durante 4 largos meses, hasta que irrumpió el ejército y masacró a los terroristas. Carlos Runcie fue uno de los invitados secuestrados, aunque lo soltaron después de 10 días. "Los artistas somos fichas de poca valía", fue su lapidario comentario al ser liberado. Sea como fuere, esta experiencia lo impulsó a crear una vasta serie de figuras, sind duda inspirida en los "cuchimilcos" de Chancay. 



En su ensayo La Tentación Autista, Gustavo Buntinx lo formula de esta manera:

"La experiencia resignificaría de modo drástico y duradero la serie de enmudecidas figuras antropomorfas en las que premonitoriamente venía trabajando desde un tiempo atrás. Un ejército de semblanzas uniformes, sin identidad definida más allá de la variable gestualidad de sus brazos y de sus manos.
Seres aislados y hieráticos en su propio agrupamiento, en el sufrimiento colectivo pero ensimismado que los vincula y al mismo tiempo los segrega y distancia. La tentación autista que brota ante los silenciados afectos y efectos de una guerra civil negada, donde toda interlocución fracasa y el intercambio de horrores es la principal acción comunicativa.
Los trastornos del lenguaje y la perturbación de la memoria se alzan así como ominosos signos de los tiempos. El propio Caído exhibe una cinta negra en el dedo, un luctuoso aide-memoire colocado por el artista días antes del violento desenlace de la toma de la embajada. Ese detalle hace del conjunto un recuerdo premonitorio donde las representaciones más arcaicas –imposible no pensar en los cuchimilcos Chancay, verbigracia– se hilvanan con las fotografías más descarnadamente actuales: los cadáveres explosionados entre los que luego el dictador pasea y posa (para las cámaras) su letal arrogancia. Su obscenidad."




Con todo, la casa y taller de Carlos Runcie Tanaka se ofrece desde cualquier perspectiva como un opíparo vergel a los ojos del fotógrafo, que, sin saberlo, participa así de la reinvención y reinterpretación de su vasta obra.

Enlaces
Sumballein Video en 3 partes de la visita guiada a la exposición “Antología Rota” en youtube